Un compañero ideal para la Quinta del Buitre. Un delantero corpulento (188 cm.) dotado de grandes cualidades técnicas. Llegó a España sin hacer ruido y poco a poco fue haciéndose un hueco entre los mejores. En el Real Madrid vivió su última etapa como futbolista y la primera como entrenador y dirigente. La historia de Valdano es la historia de un madridista.
Jorge ingresó con 16 años en la cantera del Newell’s Old Boys argentino y debutó con el primer equipo a los 18. Dominaba en el juego por alto, pero también brillaba por su movilidad y manejo de ambas piernas. Sus características despertaron el interés del gerente del Deportivo Alavés, el legendario capitán madridista José María Zárraga, que lo fichó en 1975.
Su buen rendimiento en las cuatro temporadas que disputó con el conjunto vitoriano le llevó al Zaragoza. Y desde allí, en 1984, al Real Madrid. Valdano se mostró como el socio adecuado para la Quinta del Buitre, que acababa de dar el salto al primer equipo. Como madridista ganó seis títulos, entre ellos las dos Copas de la UEFA que posee el club.
A principios de 1987 se le detectó una hepatitis B, que le retiró del fútbol un año después. También fue campeón del mundo con Argentina en 1986. Los efectos de esa enfermedad y la dureza del tratamiento resultaron incompatibles con el deporte profesional.
Tras colgar las botas siguió vinculado al club. Primero entrenó a los juveniles y, tras llevar al modesto Tenerife a competiciones europeas, se hizo cargo del primer equipo en 1994. Valdano cumplió el objetivo de construir un conjunto ganador, con identidad propia y vocación ofensiva. Conquistó la Liga 1994-95 de manera brillante. Esa temporada hizo debutar a Raúl con 17 años.
Cuando abandonó los banquillos pasó a los despachos y se ocupó de la Dirección General Deportiva del Real Madrid y de la Dirección General de Presidencia.